El propósito, indicó, es entrenarnos
como especialistas y volar en espacio suborbital como tripulación. Los
objetivos son técnicos y científicos, y se espera impulsar esta área en la
región al demostrar las capacidades para volar misiones tripuladas únicamente
por latinoamericanos.
Además, consolidar los esfuerzos
que realizan nuestros países en el avance de tecnología espacial propia, y en
colaboración internacional, explicó el jefe del Departamento de Ingeniería
Aeroespacial de la Unidad de Alta Tecnología (UAT) de la FI.
“Haber sido seleccionado es un
honor y una enorme responsabilidad, pues es resultado de muchos años de
esfuerzo para fomentar estas actividades en México, desde el extinto Programa
Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial, en los años 90. Asimismo,
representa la materialización de esa escalera que lleva a alcanzar las
estrellas y que nos permite inspirar a las nuevas generaciones”, comentó.
El comandante de la misión, el
cosmonauta ecuatoriano Ronnie Nader Bello, “se fijó en nosotros y nos invitó a
participar; representar a la UNAM, portar el escudo de nuestra casa de estudios
en este proyecto es un orgullo”, resaltó Ramírez Aguilar.
Un vuelo suborbital sube
balísticamente y pasa la línea de Kármán, es decir, el límite entre la
atmósfera y el espacio exterior, y vuelve a descender casi de forma inmediata.
En este caso, a 80 kilómetros de altura la cápsula donde viajan los astronautas
se separa del cohete y seguirá volando aproximadamente hasta los 105
kilómetros; luego comenzará a descender y reingresará a la atmósfera a
velocidad hipersónica, y ya cerca de la Tierra desplegará los paracaídas y
aterrizará.
Este proceso deja a los astronautas cerca de 10 minutos para realizar a bordo una serie de experimentos en torno a la microgravedad, que serán propuestos por los países de origen de los astronautas, para lo cual se abrirán convocatorias a las comunidades científicas respectivas.
Para esta tarea, el universitario
es sujeto a una versión resumida del programa de entrenamiento ASA/T (Advanced
Suborbital Astronaut Training Program), desarrollado en conjunto por EXA y el
GCTC Gagarin Cosmonaut Training Center.
Posteriormente, tripulará la
misión balística suborbital, por encima de 100 kilómetros de altura, a bordo de
la nave New Shepard, de la empresa de transporte espacial Blue Origin, donde,
junto con otros tres astronautas, sentirá fuerzas gravitacionales más intensas
que en un vuelo orbital.
El comandante Nader Bello sostuvo
que si Latinoamericana quiere crecer, debe actuar. “Decidimos dar el paso de
lanzar esta misión y hemos elegido a la tripulación muy cuidadosamente. El
primero en ser seleccionado fue Ramírez Aguilar”.
El ecuatoriano explicó que en
vuelos suborbitales se enfrentan retos como una fuerza gravitacional del doble
de lo que sería uno orbital. Además, hay menos tiempo y eso aumenta la presión.
“Si logramos hacerlo bien, será una pequeña victoria. Queremos demostrar que
hay personas e instituciones en Latinoamérica capaces de realizar grandes
proyectos”.
José Alberto Ramírez pidió a los
jóvenes “no claudicar en el objetivo de materializar su escalera para alcanzar
sus sueños, aunque eso implique sacrificios y años de trabajo. Hay que tomar
riesgos si queremos hacer algo importante y no permitir que nadie nos detenga.
Hay que tomar la pluma y comenzar a escribir la historia.
“Estoy en la mejor disposición de
hacer un papel digno. Toda mi formación y conocimiento están puestos en ayudar
a la misión, en la parte de los experimentos a bordo, de comunicaciones y en la
logística involucrada”.