El presidente de Brasil, Michel Temer, y el mandatario electo Jair Bolsonaro participaron en Río de Janeiro en la inauguración del submarino "Riachuelo", el primero de fabricación local. "El 14 de diciembre de 2018 es una fecha que quedará marcada en nuestra historia; al final, el lanzamiento al mar del primer submarino de fabricación nacional es motivo justificado de orgullo para todos los brasileños", afirmó Temer durante el evento.
El submarino de la clase Scorpene es capaz de lanzar torpedos y misiles, así como de distribuir minas navales en el camino de las embarcaciones.
El presidente en funciones destacó que aunque Brasil es un país de vocación pacífica, construye su submarino "no para amenazar a nadie ni para perturbar la tranquilidad de las aguas internacionales", sino para proteger sus más de 7.000 kilómetros de costa.
Temer aseguró que Brasil no puede prescindir de elementos de defensa de su soberanía y de sus riquezas marinas, sobre todo teniendo en cuenta que el 95% del petróleo nacional procede de yacimientos marinos.
De acuerdo con la Marina Real brasileña, el submarino, que cuenta con una autonomía de más de 70 días, será usado para patrullar el litoral y proteger el patrimonio natural que se extiende en 3,5 millones de kilómetros de costa, denominada la "Amazonía Azul".
El aparato, de 72 metros de longitud, pesa 1.870 toneladas, tiene una capacidad para 35 tripulantes y a 300 metros de profundidad puede llegar a alcanzar 20 nudos de velocidad, equivalentes a 37 kilómetros por hora.
El submarino, que pasará dos años en pruebas antes de ser incorporado a la Marina, es el resultado de un acuerdo con Francia alcanzado en 2008, cuando el Gobierno del entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) firmó un acuerdo de transferencia de tecnología entre Brasil y Francia.
El acuerdo contemplaba la construcción de cuatro submarinos convencionales y un quinto nuclear; Riachuelo es el primero; los otros tres, "Humaitá", "Tonelero" y "Angostura" (todos los nombres hacen alusión a batallas del siglo XIX), se prevé que estén terminados en 2020, 2021 y 2022, respectivamente.
La construcción de estos sumergibles se enmarca en el Programa de Desarrollo de Submarinos (Prosub), que tendrá un coste total de 30.000 millones de reales (más de 8.000 millones de dólares) y se espera que genere 20.000 empleos directos y 40.000 indirectos, según datos de la Marina.
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